porque esto es una recordación, amonestación, exhortación y es mi testamento, que yo, el hermano Francisco, pequeñuelo, os hago a vosotros, mis benditos hermanos, para que observemos mejor, católicamente, la regla que prometimos al Señor.
Y el ministro general y todos los demás ministros y custodios están obligados, por obediencia, a no añadir ni quitar nada de estas palabras. Y tengan siempre consigo este escrito junto a la regla. Y en todos los capítulos que tienen, cuando leen la regla, lean también estas palabras. Y a todos mis hermanos, clérigos y laicos, mando firmemente, por obediencia, que no introduzcan glosas en la regla, ni en estas palabras diciendo: “Así han de entender”. Sino que, así como el Señor me dio el decir y escribir sencilla y puramente la regla y estas palabras, así también sencillamente y sin glosa habéis de entenderlas y observarlas con obras santas hasta el fin.