El 2 de febrero se celebra la fiesta litúrgica de la Presentación del Señor y el mismo día celebramos la Jornada mundial de la vida consagrada, instituida por Juan Pablo II en 1997.
Durante la S. Misa celebrada en la basílica de San Pedro, en su homilía el Papa Francisco invitó a los consagrados a seguir el ejemplo de Simeón y Ana, que supieron esperar la salvación del Señor: “Hermanos y hermanas, la espera de Dios también es importante para nosotros, para nuestro camino de fe. Cada día el Señor nos visita, nos habla, se revela de maneras inesperadas y, al final de la vida y de los tiempos, vendrá”.
El Papa también ha subrayado dos obstáculos que nos hacen perder esta capacidad de esperar, el primero es el descuido de la vida interior : “Es lo que ocurre cuando el cansancio prevalece sobre el asombro, cuando la costumbre sustituye al entusiasmo, cuando perdemos la perseverancia en el camino espiritual, cuando las experiencias negativas, los conflictos o los frutos, que parecen retrasarse, nos convierten en personas amargadas y resentidas.” El segundo obstáculo que destacó es la adaptación al estilo del mundo: “El nuestro es un mundo que a menudo corre a gran velocidad, que exalta el “todo y ahora”, que se consume en el activismo y en el buscar exorcizar los miedos y las ansiedades de la vida en los templos paganos del consumismo o en la búsqueda de diversión a toda costa”.
Terminó invitando a los consagrados a acercarse al Niño para combatir estos obstáculos: “Como Simeón, también nosotros carguemos en brazos al Niño, al Dios de la novedad y de las sorpresas. Cuando acogemos al Señor, el pasado se abre al futuro, lo viejo en nosotros se abre a lo nuevo que Él hace nacer”.
En la celebración eucarística estuvieron presentes también alrededor de trescientos representantes de las diversas formas de vida consagrada que del 1 al 4 de febrero participan en el encuentro internacional en preparación al Jubileo 2025, para reflexionar sobre el tema «Peregrinos de esperanza por el camino de la paz».
También la Fraternidad de Santa María Mediatrice celebró la Fiesta de la Presentación del Señor. En su homilía, Fr. Maciej Olszewski, Guardián de la Curia general, recordó que esta es la fiesta de la verdadera luz, que es Jesús. "Debemos mirarle para comprender nuestra historia, la historia del mundo, nuestra consagración. Sin Él no podemos comprender lo que está dentro y fuera de nosotros: todo se ha hecho a través de Él y con el fin de Él", dijo Fr. Maciej.
Quien luego recordó la intuición del Papa Juan Pablo II de celebrar la vida consagrada precisamente el día en que Jesús, el consagrado del Padre, fue presentado en el templo: "Jesús vino al mundo para cumplir la voluntad de Dios: la entrega total de la propia vida, el vivir en castidad, pobreza y obediencia, es nuestra vocación. Permanecemos fieles a la llamada recibida, conscientes de nuestras fragilidades. Pidamos estar siempre en camino hacia la plenitud del amor".
