El Sumo Pontífice, el Papa Francisco, como se desprende de sus numerosas iniciativas, está haciendo todo lo posible para volver a proponer el ideal de San Francisco de Asís, cuyo nombre tomó, no sólo para la Iglesia, sino también para la sociedad actual1 , ya que el Poverello de Asís es "el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación" . Al mantener la relación óntica y ética con Dios, la persona entra en una situación de valores sublimes, donde prevalecen la libertad de conciencia, el perdón y el amor sin límites, y es finalmente absorbida por la primacía teoantropológica, cuya característica es la fraternidad cósmica.
Si, según el Sumo Pontífice, las propuestas de San Francisco son válidas para los problemas de la Iglesia y del mundo de hoy, podemos preguntarnos: ¿cuál es su valor, qué representa hoy la Norma de su vida y de su Orden, la Regla, para quienes han abrazado su forma de vida y comparten sus valores e ideales?
Así pues, dirijamos ahora nuestra atención a la Regla franciscana para percibirla simplemente como una forma de vida. De hecho, así la concibió San Francisco, y su intención fue muy clara desde el principio, y resulta evidente desde el primer versículo, donde se especifica: "La regla y vida de los Hermanos Menores es ésta: conservar el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo..." .
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N. 118 - 2023.2
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