El 17 de este mes celebramos la Fiesta de los Estigmas de San Francisco, mientras nos preparamos para conmemorar el 800 aniversario de esta culminación del camino evangélico del Poverello. Seguimos en el Centenario de la Regla Bulada y de la Navidad de Greccio.
Durante mis visitas y mis diversos contactos con frailes de todo el mundo, registro diferentes niveles de atención e implicación en el Centenario Franciscano 2023-2026. Encuentro en algunas Entidades una respuesta convencida, en otras más discreta, y no faltan lugares donde también registro un cierto cansancio o desapego del camino.
Comprendo bien que todos estemos muy ocupados con tantas cosas y a tantos niveles distintos y que podamos sentir que siempre se trata de hacer algo más y esto, sin duda, puede resultar agotador y desmotivador.
Sin embargo, buscando una razón más profunda, me siento desconcertado. De hecho, no se trata principalmente de organizar un calendario repleto de eventos. Lo que es más importante es el itinerario carismático que tenemos la oportunidad y la gracia de recorrer juntos, ayudados también por las Líneas que han sido preparadas por la Conferencia de la Familia Franciscana y para nosotros por la Secretaría General para la Formación y los Estudios. Tratemos de llevar la memoria de los últimos años de Francisco, tan significativos, a nuestros caminos de formación. No sólo entre nosotros, sino con toda la Familia Franciscana y muchas personas de buena voluntad.
Quizá la apertura que nos ha visto a todos implicados como una sola Familia en la preparación del Centenario quede como su fruto más hermoso y duradero.
Espero, pues, que la celebración de estos años se convierta en una bendita ocasión para releer y profundizar juntos, en este nuestro tiempo, el carisma de Francisco y de nuestra fraternidad. Si el Capítulo General de 2021 nos ha pedido que volvamos dinámicamente a nuestra identidad de hermanos y menores hoy, ésta es nuestra oportunidad. Animo a los que ya están comprometidos en el camino, recordándoles que no se detengan solo en algunas celebraciones.
Pido a todos que no dejemos pasar el Centenario con esa cierta distracción o pereza que nos puede embargar en estos momentos, que parece apagar toda pasión y entusiasmo. Creo que este camino es verdaderamente urgente, para no sufrir pasivamente los grandes cambios que se están produciendo a nuestro alrededor y entre nosotros, y vivirlos, por tanto, a partir de lo que somos, de lo que queremos ser y de cómo queremos vivir hoy el Evangelio como hermanos contemplativos en misión entre los pobres.
