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Queridos hermanos y hermanas,
¡El Señor os dé la paz!
La fiesta de Pascua en este 2023 nos presenta el rostro de Jesucristo, el Señor Crucificado-Resucitado, que pasó por la vida y la muerte hasta el final, experimentó toda nuestra realidad de criaturas.
Mi pensamiento, aquí, se dirige a San Francisco. A los inicios de su conversión, en su encuentro con el leproso, Francisco experimentó que “lo que me parecía amargo se me cambió en dulzura de mente y de cuerpo” (2Test 3). Fue capaz de vivir una Pascua con el leproso, entre amargura y dulzura, ¡muerte y vida!
Para nosotros, el camino está bien trazado.
San Francisco nos dio hace 800 años la Regla, la vida según el Evangelio. En Greccio, Francisco volvió a escuchar el Evangelio, pues quería ver la penuria y la pobreza en que nació el Hijo de Dios, que se quedó con nosotros en la pequeña semblanza del pan.
San Francisco nos ayuda a tener una mirada pascual sobre la realidad. Lo necesitamos tanto.
Vivir y proclamar la primacía de Dios y la fe en Él.
Para ser aún más constructores de reconciliación y de paz, fermento de fraternidad.
Para cuidar de la casa común.
Vivir la misión con y entre los pequeños y los pobres de hoy.
Aprender a reunirse y dialogar con todos.
He aquí un camino de Pascua para nosotros hoy, para que el tesoro del Evangelio, vivido como hermanos y hermanas, colme este tiempo plagado de tanta violencia y anhelo de paz verdadera.
Con la bendición de San Francisco, deseo sinceramente a todos una Pascua llena de vida y a través de la realidad humana de estos días, en la que tantos de nosotros participamos en diferentes partes del mundo.
Fr. Massimo Fusarelli
Ministro General
