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Vivir y seguir | Carta de los Ministros generales franciscanos en la ocasión de los 800 años de la Regla no bulada

28 Septiembre 2020
A todos los hermanos de la Primera Orden, en la feliz ocasión de los ochocientos años de la Regla no bulada, nosotros, Ministros generales, os enviamos esta carta. Para conmemorar con gratitud. Para renovar con pasión nuestro seguimiento del Señor Jesús en la forma de vida del hermano Francisco, como hermanos menores para la Iglesia y el mundo. Para alabanza de Dios, «que es todo bien, verdadero y sumo bien» (Rnb XXIII,9).  

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PARA INICIAR

Un aniversario más…

¡Que no sea como una visita obligatoria a un museo!

 

En el 1221 se concluía una de las muchas “historias” que, en la tradición cristiana, han tenido como desenlace final la producción de un texto llamado “regla”. ¿Cuál es el “género literario” en cuestión? Con toda probabilidad, la palabra “regla” suscita en nosotros una oleada interna de autodefensa, pues evoca en nosotros, más o menos de manera consciente, algo fijo y esquemático, probablemente también algo estéril. Pero, si miramos bien, no es así. Leyendo la Regla no bulada se tiene la sensación de horizontes que se abren, de oportunidades que liberan el alma e introducen en el corazón una bocanada de aire fresco: ¡a distancia de 800 años! Sí, han pasado ya 800 años y celebrar su “aniversario” es inevitable. Y también ahora, en un instante, se abre paso otro pensamiento en nosotros, esta vez de rebeldía: “¡Otro aniversario! ¿Para qué sirve?”. Probemos algo: sin dar anticipadamente una respuesta a la pregunta –“¿para qué sirve?”-, dejémosla en trasfondo. Más bien busquemos evitar de celebrar esta conmemoración con una actitud similar a la de uno que visita un museo sin que le importe, con vaga curiosidad turística, sin el más mínimo deseo de implicarse vivamente; a lo mejor sólo porque “se debe hacer”, porque “se trata de un museo famoso”. En cambio, seamos unos “turistas serios”, que entran en un museo sabiendo que las obras de arte que contemplarán ahí, no los dejarán como eran antes de haber entrado. Estémonos ante la obra de arte que es la Regla no bulada; ¡una obra, desgraciadamente, sin fecha y sin autor!  

En continua escucha…

Pasajes de la vida según el Evangelio en la Regla no bulada

  De primera mano, sin fecha y sin autor ¡Justamente así! Hablamos de una obra que no cuenta con una fecha puntual y precisa; o mejor dicho: necesitaríamos apuntar a muchas fechas, diversas fechas para trozos diversos del texto. El año 1221 es el momento en que tal proceso se detiene, la “fecha última”, por así decirlo. ¿Y el autor es San Francisco? Ciertamente es él quien hace latir el corazón de la Regla, quien inyecta en su tejido compositivo la linfa vital del Espíritu. Pero sería mejor decir que se trata de una “regla general”, de una obra pensada y redactada en diálogo con los hermanos y con los hechos. Francisco de Asís, anticipado a su tiempo, fue uno de entre aquellos que supieron dar voz a uno de los principios más eficaces del Papa Francisco: «La realidad es superior a la idea» (Evangelii Gaudium, nn. 231-233). De hecho, no tenemos en nuestras manos un texto normativo redactado en un escritorio, sino algo nacido en diálogo con la vida; más bien se trata, antes que nada, de un “pedazo de vida” más que de un “pedazo de papel”. De hecho, la palabra escrita busca dar una respuesta a preguntas que nacen de la escucha continua de la realidad concreta. Mejor aún, en la Regla no bulada reconocemos la genialidad de quien ha sabido captar “de primera mano” interrogativos reales y ofrecer respuestas eficaces. Sí, muchas veces la genialidad consiste en tener la capacidad de captar las preguntas centrales, no abstractas, sino aquellas más candentes y experimentadas “en carne propia”, en primera persona, para darles una respuesta capaz de convencer; respuestas “convincentes” no sólo porque han sido “oportunas” para ese momento en particular, sino porque han sabido convencer a otros -a lo largo de los siglos- para responderles en la misma longitud de onda. Después de 800 años aún estamos aquí, buscando responder en sintonía con aquellas intuiciones, ¡pues estamos “convencidos” de que vale la pena! Lo que llama la atención de esta obra de arte que es la Regla no bulada, es sobre todo su índole apasionada. Al leerla, inmediatamente entendemos que no dicta reglitas para hacer cosas, sino que busca delinear coordenadas para vivir relaciones. No es un texto para escribas, sino para discípulos (cfr. Mt 13, 52). Y la relación focal que desencadena al máximo su energía vital es la relación con el Señor Jesús, saboreado realmente como tesoro de la propia vida. ¡Realmente saboreado! ¡Cuerpo y alma! Lo sabemos: el inicio de la Regla no bulada declara sin medias tintas que la regla y vida de los hermanos menores es «seguir la enseñanza y las huellas de nuestro Señor Jesucristo (Rnb I,1)», vivir el Evangelio. Y capítulo tras capítulo se despliega una serie de indicaciones –a veces sintéticas, otras veces expresadas como con el corazón en la mano- con la finalidad de que se viva el Evangelio; y para vivirlo, San Francisco nos invita de muchas maneras a soltarlo todo, a liberarnos de aquello que nos estorba. Así es, pero sólo si hemos experimentado el asombro y el consuelo del Señor Jesús presente en nuestra vida, es que tiene sentido vivir «sin nada propio» (Rnb I,1); de otro modo será triste pauperismo. «Por consiguiente, ninguna otra cosa deseemos, ninguna otra queramos, ninguna otra nos plazca y deleite, sino nuestro Creador y Redentor y Salvador, el solo verdadero Dios, que es pleno bien, todo bien, total bien, verdadero y sumo bien, que es el solo bueno» (Rnb XXIII,9); sería algo muy triste, a lo mejor nos diría San Francisco con sus primeros frailes, si quisiéramos “venderlo todo” sin antes haber sido conquistados por la alegría de un tesoro tal, que ha superado cada expectativa nuestra, el tesoro que es Jesús, el tesoro de aquella mirada inmensamente simpática que el Hijo de Dios dirige siempre a cada uno de nosotros, suscitando comunión.   Espiritualidad y no espiritualismos
El espíritu del Señor se aplica con empeño a la humildad y la paciencia y a la pura y simple y verdadera paz del espíritu  (Rnb XVII,15-15)
Entre los “colores” y las “tonalidades” más fascinantes de este texto se encuentra sin lugar a dudas su sencillez. Pero ¡cuidado!: no se trata de la banalidad de una simplificación demasiado fácil, sino de la aguda inteligencia de quien tiene en mano un hilo rojo capaz de brindar eficaz estímulo, capaz de dar unidad al todo. Entonces, lo que mantiene unido al entero cuerpo de la Regla no bulada parece ser justamente la centralidad unitaria de la vida en el Espíritu. ¿Qué significa? ¡Aquí también, primeramente quiere decir “diálogo con la vida”! Francisco de Asís no sabe de antemano qué cosa es el Espíritu Santo ni cómo actúe, sino que será la misma dura tierra de la vida cotidiana quien le enseñará a reconocer el timbre de la voz del Espíritu. La voz del Espíritu posee un timbre inconfundible y delicadísimo, ¡que San Francisco supo atentamente escuchar con fe máxima! Y ha conseguido así que la Regla pudiese custodiar y ofrecer óptimos caminos a todos, para vivir precisamente así, teniendo el Espíritu del Señor. De esta manera podemos disponer de algunas fecundas indicaciones también para nosotros, después de ocho siglos; indicaciones no espiritualistas, es decir no establecidas de antemano respecto a la vida, ideológicamente; sino espirituales, porque han sido “captadas” a partir de las vibraciones del soplo del Espíritu, respirado del mismo aire viviendo en medio de los seres humanos. ¿Cuáles serían estas indicaciones espirituales, al menos las más preciosas? Podrían ser resumidas en torno a algunos puntos centrales:   Contrarios al «anti-Francisco». ¡Sólo como hermanos!
Custodiad vuestras almas y las de vuestros hermanos. Ninguno de los hermanos tenga potestad o dominio alguno, máxime entre ellos (Rnb V,1.9)
Así como hay un «anticristo» (cfr. 1Gv 2,18), también existe un «anti-Francisco». ¿Es la dedicación a la calidad de la vida fraterna lo que marca la diferencia? No sólo la vida fraterna, sino ciertamente el cuidado o, al contrario, el desinterés por vivirla. La Regla no bulada no escatima en exhortaciones para que el seguimiento de Jesús se viva desde la hermandad. Y se podría aventurar a la formulación, casi como una especie de “dogma”, de resumen que podemos sacar de entre las líneas del texto, de que: ¡nada es tan “anti-franciscano” (bien podríamos decir anticristiano) como un estilo de vida que se forma y crece fuera de la pasión por los lazos fraternos, que son el alma-vida que debe custodiar! Francisco parece estar realmente decidido a despertar en nosotros un sano horror a cualquier forma de indiferencia hacia el otro; y bosqueja miles de modos, sacados de la misma vida, para mantener encendida en el corazón la convicción de que el otro es siempre una “deuda” para nosotros, una voz que nos llama, alguien a quien no podemos negar nuestra atención. ¡De mil maneras! Algunas de ellas, después de tantos siglos, mantienen luminoso todo su encanto:    Menos de quien cuenta menos. Para hablar sobre “minoridad”
Y ninguno se llame prior, sino todos sin excepción llámense hermanos menores (Rnb VI,3)
Hermanos menores. He aquí el nombre de pila que San Francisco quiso dar a quienes toman la decisión de fiarse y de vivir según esta Regla. ¡Minoridad! Palabra con mil significados e inimaginables facetas. ¿Es posible encontrar una fórmula sintética que las encierre a todas? Muchos y eficaces son los intentos realizados en el esfuerzo por una síntesis. Y, sin ninguna pretensión de exhaustividad, probablemente se podría proponer la hipótesis de que la “minoridad” consiste en elegir querer contar “menos de los que menos cuentan”. ¡Esta sí es profecía! Este sí es un núcleo casi imposible de vivir, pero que mantiene intacta su capacidad de ponernos en guardia ante todo riesgo de grandiosidad o de posesión. ¿Se trata de una virtud?   En santa extroversión. Ir por el mundo
Cuando vean que agrada al Señor, anuncien la Palabra de Dios (Rnb XVI,7)
Haberse ofrecido al Señor, mejor aún, haberse abandonado enteramente a Él – «Y todos los hermanos, dondequiera que estén, recuerden que ellos se dieron y que cedieron sus cuerpos al Señor Jesucristo» (Rnb XVI,10) – representa un movimiento constitutivo en la vida de los menores, llamados a alegrarse de su pertenencia al Señor, no individualmente o buscando sólo la comunión de espíritu intracomunitaria (siempre precaria); más bien siguiendo la invitación del Señor a ser misioneros, a recorrer los caminos del mundo para anunciar la Palabra de Dios. En la Regla no bulada no se encuentran muchas palabras que digan en qué consista la predicación; en ella no hallaremos ninguna instrucción analítica sobre las “cosas” que deben decirse. Sin embargo, podemos estar seguros de que en la intención de San Francisco está presente el deseo de favorecer una predicación hecha de obras, sobre todo a través de la renuncia a toda forma de pretensión o reclamo para con aquellos que encontrará. El anuncio explícito de la Palabra de Dios siempre será importante, pero sólo si somos conscientes de la responsabilidad que tenemos de no traicionar el Evangelio proclamado verbalmente, con nuestro modo de relacionarnos. Siendo aún más radicales, quizá no estemos lejos de la verdad al evidenciar un hecho presente en la Regla no bulada, de suyo liberatorio y sorprendente: muchas veces se anuncia el Evangelio sin decir o hacer nada, pero aceptando sin amargura la propia condición de pobreza, siendo todos llamados en primer lugar a recibir. Se anuncia el mensaje de salvación mostrando, en carne propia, la radical condición de seres limitados: «Y porque todos nosotros, miserables y pecadores, no somos dignos de nombrarte, imploramos suplicantes que nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo amado, en quien bien te complaciste, junto con el Espíritu Santo Paráclito, te dé gracias por todos como a ti y a él os place» (Rnb XXIII,5).  

PARA CONCLUIR

Un sello jamás puesto

 

No bulada: esta expresión sirve para especificar que nos encontramos frente a un texto que nunca recibió el sello de aprobación oficial mediante bula papal, por muchas razones. Quizá valga la pena sacar provecho de tal carencia de bula para abordarla no sólo como un dato formal o jurídico, sino también para valorizar su alcance existencial. Es decir, queremos agradecer al Señor por habernos donado un testimonio –más que un texto- que permanece “sin fronteras”, siempre abierto y “generativo”. En teoría, la Regla no bulada no puede ser seguida, pero puede serlo en el tejido vivo de quien acoge, por «divina inspiración» (Rnb II,1), la invitación a vivir la propia fe en sintonía con la genialidad de San Francisco. En medio de las muchas angustias de nuestro tiempo, compartiendo los afanes de tantos hombres y mujeres en las más diversas partes del mundo, no obstante, deseamos mantener encendida la llama optimista de la esperanza cristiana, acogiendo de corazón el ímpetu agradecido de San Francisco que, en medio de las miserias del mundo, jamás renuncia a bendecir al Señor «que es el solo bueno, piadoso, manso, suave y dulce, que es el solo santo, justo, verdadero, santo y recto, que es el solo benigno, inocente, puro, de quien y por quien y en quien es todo el perdón, toda la gracia, toda la gloria» (Rnb XXIII,9). Invitamos a todos los miembros de la familia franciscana a unirse a nosotros para conmemorar la invitación de San Francisco, expresada claramente en la Regla no bulada, a vivir una vida bajo la guía del Espíritu de Dios, arraigada en la experiencia humana y abierta al amor y cercanía sorprendentes que Dios ofrece a quienes están dispuestos a permitirle a Él ser el centro de la vida toda.  

¡Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios,

Padre santo y justo,

Señor Rey del cielo y de la tierra,

por ti mismo te damos gracias! (Rnb XXIII,1).

    Roma, 4 de octubre de 2020 Solemnidad de San Francisco de Asís  

Fr. Michael A. Perry Minister generalis OFM

Fr. Roberto Genuin Minister generalis OFMCap

Fr. Carlos A. Trovarelli Minister generalis OFMConv

    Ruego a todos los hermanos que aprendan el tenor y sentido de las cosas que están escritas en esta vida para salvación de nuestra alma, y que frecuentemente las traigan a la memoria (Rnb XXIV,1)       Prot. 009/2020 Portada: Giotto, Inocencio III confirma la Regla franciscana, Basílica Superior, Asís.
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Definitorio General Cartas y homilías
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