Hoy en el día en que celebramos la fiesta de todos los santos de la Orden Franciscana, que como bien sabemos gracias a los Centenarios Franciscanos que estamos celebrando, porque el 29 de noviembre de hace 801 años el Papa Honorio III confirmó solemnemente la Regla de San Francisco, que ya había sido aprobada verbalmente en 1209 por Inocencio III. Es el momento propicio para a ejemplo de San Francisco buscar ser Evangelio viviente como testigos y testimonio de Cristo, recordando las palabras del papa Benedicto XVI en su discurso del 18 de abril del 2009 a la familia franciscana:
“Los santos vuelven a proponer la fecundidad de Cristo. Como san Francisco y santa Clara de Asís, también ustedes esfuércense por seguir siempre esta misma lógica: perder la propia vida a causa de Jesús y del Evangelio, para salvarla y hacerla fecunda en frutos abundantes. Mientras alaban y dan gracias al Señor, que los ha llamado a formar parte de una "familia" tan grande y hermosa, permanezcan en escucha de lo que el Espíritu les dice hoy, en cada uno de sus componentes, para seguir anunciando con pasión el reino de Dios, tras las huellas del seráfico padre.”
Así pues estamos invitados como Hermanos Menores, Hermanas Pobres de Santa Clara, profesos de la OFS y feligreses a fines al carisma franciscano, a continuar al camino iniciado por todas estas personas que han sido fieles al Evangelio y que hoy celebramos, para poder dar frutos en el cielo, como reza el final de la secuencia en español de la fiesta de San Francisco “La semilla aquí sembrada dará en el cielo sus rosas”.
¡Feliz fiesta de Todos los Santos de la Orden Seráfica!
Ya estás, Francisco, clavado sobre la cruz redentora.
Triunfas del mundo y la carne y es de Cristo tu victoria.
El ideal de tu vida un mundo nuevo jalona,
y el árbol del evangelio florece con nuevas rosas.
Una cuerda a tu cintura ciñe tu pureza.
Y brotan las flores por donde pisas con tus plantas milagrosas.
La pobreza fue tu dama, la que era de Cristo esposa.
Viuda del primer marido, de nuevo tú la desposas.
Y en arras cinco rubíes tu cuerpo llagado adornan.
Cinco ventanas abiertas por las que el alma se asoma.
La cruz fue el árbol de vida que te cobijó a su sombra.
Bajo sus ramas abiertas tus hijos trabajan y oran.
Padre bueno, Padre santo, de esta familia que implora
tu espíritu, que da vida, tus virtudes, que dan gloria.
A los que llevan tu nombre dales proseguir tu obra.
La semilla aquí sembrada dará en el cielo sus rosas.
( Secuencia de la Solemnidad de San Francisco de Asís del misal franciscano en español)
