El 20 de marzo de 1993, el Papa Juan Pablo II confirmó el culto ab immemorabili en memoria a Juan Duns Escoto. En la conmemoración del 30º aniversario de esta confirmación, el Ministro general, Fr. Massimo Fusarelli, escribió una carta titulada “En la santidad de vida y conocimiento de la fe. El testimonio siempre presente del Beato Juan Duns Escoto”, en la que recuerda “algunas características esenciales y el mensaje que no cesa de dirigirnos tantos siglos después de su breve e intensa existencia de fraile menor, de apasionado buscador del misterio de Dios, de maestro y discípulo de la Sabiduría encarnada”.
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Para comprender la relevancia del Beato Juan Duns Escoto en nuestros días, la Oficina de Comunicación de la Orden entrevistó a Fr. Josip Percan, OFM, Presidente de la Comisión Escotista.
Publicamos un extracto de la entrevista.
En la carta, el Ministro general escribe que él mismo estaba presente en la basílica vaticana cuando se hizo el anuncio de la confirmación del culto y recuerda “la alegría casi incrédula de aquella hora, sobre todo por parte de quienes habíamos estudiado y dado a conocer al nuevo Beato”.
¿Qué recuerda de aquel día?
Fr. Josip Percan: Yo era de los más jóvenes en aquella época. Recuerdo la entrada especial en la basílica: no sé por qué pasillos pasamos, nos llevaron a nuestros asientos reservados y desde allí participamos en las vísperas solemnes durante las cuales se leyó la confirmación del culto al beato Juan Duns Escoto.
“Este gran filósofo y teólogo franciscano, nacido a finales de 1265 o principios de 1266 en Duns (Escocia) y muerto el 8 de noviembre de 1308 en Colonia (Alemania), fue objeto gran estima y veneración desde el principio”, lo dice la carta. ¿Por qué hemos tenido que esperar casi siete siglos para la confirmación del culto?
Desde sus inicios Duns Escoto fue considerado un santo, por eso tuvo tantos seguidores desde el principio, pero hubo altibajos a lo largo de los siglos. Por ejemplo, en el Renacimiento se produjo la llamada “humanización” y el pasado antiguo, sobre todo la Edad Media, se consideró como algo que había que encerrar en el sótano. Tanto es así que incluso los estudios de la Orden y de la Iglesia empezaron a sufrir esta secularización de la cultura. Así, Escoto siguió siendo reconocido y estudiado sobre todo como filósofo, como hombre de cultura, y no como maestro de espiritualidad y como teólogo. Durante el periodo de la Ilustración y la Revolución Francesa se produjo una secularización aún mayor, en la que la sociedad se posicionó casi como enemiga de la Iglesia. Esto también se dejó sentir en la tradición de nuestra Orden. Hacia finales del siglo XIX, gracias al Papa León XIII, se produjo un “despertar” de los estudios escolásticos, que llevó a la creación de diversas escuelas, institutos y universidades, en los que Escoto volvió a ser estudiado intensamente. Así, tras una larga espera, se hizo realidad un gran sueño.
Escoto y las nuevas generaciones de hermanos
A diferencia de otros autores, Escoto no te deja indiferente: si puedes superar las dificultades debidas al idioma, una vez traducido se convierte en apasionante. Creo que sería muy importante darlo a conocer a las nuevas generaciones de hermanos: es como poner una plantita en la tierra y ver cómo crece. Hay que difundir y enseñar el pensamiento de Escoto a los jóvenes no como una doctrina especulativa, sino como un camino espiritual.
La haecceitas: la metodología del Principio de Individuación en Escoto.
Escoto no tenía grandes conocimientos lingüísticos, ni herramientas técnicas o científicas para definir las cosas. Sin embargo, como hacen los grandes matemáticos, primero se encuentran ciertos elementos con cálculos matemáticos y luego se descubren. Pues bien, el Principio de Individuación de Escoto es comparable a un cálculo hecho. Según Escoto, hay algo en la persona concreta que no puede ser común a todas, y es precisamente esto (en latín haec, de ahí haecceitas) lo que hace que una cosa dada sea ella misma y no otra. No puede definir completamente el concepto, pero ha abierto un campo enorme para quienes quieran investigarlo en filosofía, sociología, antropología. La sociedad actual, al menos la occidental, se basa en esto: Escoto, en su pensamiento, ya lo había identificado en su época. Esto demuestra su grandeza, no sólo como filósofo y ni siquiera como teólogo, sino como maestro de espiritualidad.
Escoto y la evangelización
La evangelización de los Hermanos Menores no puede ser sólo predicación, sino que debe ser testimonio de vida. Escoto, junto con san Buenaventura, es una de las fuentes más bellas y sublimes de nuestra tradición: su pensamiento es cautivador, lo sientes tuyo, y después de haberlo “conocido”, eres capaz de tratar esos temas en tu propio lenguaje. Agradezco de veras al Ministro general la atención que ha dedicado al escotismo: que yo recuerde, en cerca de medio siglo, no ha habido nunca una carta de la Curia general tan estimulante como la escrita por Fr. Massimo Fusarelli.
