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Centenario Franciscano

Tres ordines hic ordinat: primumque fratrum nominat minorum pauperumque fit dominarum medius sed poenitentum tertius sexum capit utrumque.

Él instituyó tres Órdenes: a la primera ha llamado de los Hermanos Menores, a la segunda de las Damas Pobres, y la tercera de los Penitentes comprende ambos sexos.

De este modo nos invita a rezar la antigua antífona de las Laudes del Oficio Rimado de Julián de Espira, compuesta en 1235 para la canonización de San Francisco de Asís, que recuerda la filiación directa entre el Santo y las tres Órdenes: la primera llamada de los Hermanos Menores, la segunda de las Damas Pobres y la tercera, la de los hombres y mujeres que quieren seguir a Jesús por el camino de la Penitencia indicado por Francisco. En la antífona, la elección del verbo ordinat pone bajo nuestra mirada la coordinación propia de la Familia Franciscana, que no se reduce a una estructura jurídica, sino que recuerda una reciprocidad inmanente, en el vínculo de comunión propio del carisma franciscano.

La plenitud del don recibido por el Poverello de Asís de parte del Dador divino se realiza, por tanto, en la complementariedad y en la comunión vital recíproca, que es la finalidad de la vida para «todos los que aman al Señor con todo el corazón» (Carta a los fieles, 2ª redacción, 1). Es por ello que, como Familia Franciscana, queremos celebrar estos centenarios unidos con todos aquellos que se sienten atraídos por la belleza evangélica del Poverello (cf. Laudato si’ 10), los cuales nos ofrecen una preciosa oportunidad para reavivar la riqueza de nuestro carisma con una mirada profética hacia el futuro.

Y queremos hacerlo según la lógica del don recibido y entregado. De hecho, Francisco de Asís, según cuentan las fuentes hagiográficas, murió desnudo, sin nada propio: «pidió ser trasladado a Santa María de la Porciúncula para exhalar el último aliento de su vida allí donde había recibido el espíritu de gracia […], se postró totalmente desnudo sobre la desnuda tierra» (Leyenda mayor 14, 3). Toda su vida fue un camino de vida sine proprio, es decir, de restitución, desde el principio de su conversión, porque sólo el hombre que no guarda nada para sí, sino que lo da todo, es capaz de caminar en fraternidad, guiado por el deseo del Bien Sumo: « Y devolvamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos los bienes son de él, y démosle gracias por todos a él, de quien proceden todos los bienes» (Regla no bulada 17, 17).

El Poverello supo reconocer que todo en su vida era un don gratuito del amor de Dios, como él mismo afirma en su Testamento: «El Señor me dio de esta manera el comenzar a hacer penitencia… el Señor me dio hermanos… el Altísimo mismo me reveló que debería vivir según la forma del santo Evangelio» (Testamento 1-14). Él no sólo recibió los dones divinos, sino que también eligió entregarlos, por lo que hoy, 800 años después, podemos celebrar como Familia Franciscana estos cinco centenarios que nos invitan a vivir según la lógica del amor acogido, que se convierte en ofrenda y restitución.

Comencemos, hermanos y hermanas, porque ahora nos toca a nosotros donar y restituir estos dones que nos ha hecho el hermano Francisco.

 

Celebración del Centenario franciscano 2023-2026







2023
Navidad de Greccio La Regla
2024

Los estigmas
2025

El Cántico de las Criaturas
2026

La Pascua de Francisco de Asís

 

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