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El Alverna: un lugar de soledad, de la cruz y de la alegría de los bienaventurados | Homilía para la Fiesta de los Estigmas

19 Septiembre 2019

Homilía del Vicario general para la Fiesta de la Impresión de los Estigmas de San Francisco de Asís

El Alverna – 17 de septiembre de 2019

  Al subir a esta Montaña sagrada, naturalmente queremos extraer el mensaje que el Señor continúa dándonos en este lugar donde hace sentir Su presencia. Es, por lo tanto, Él mismo quien nos convoca hoy: los Hermanos Menores, la Familia Franciscana y todo el pueblo de Dios. Me gustaría efatizar en particular tres dimensiones relacionadas con lo que le sucedió a San Francisco aquí en el Alverna: 1) lugar de silencio / soledad; 2) lugar de la cruz / pasión; 3) lugar de alegría de los bienaventurados.
  1. Lugar de silencio / soledad. La vida de Francisco estuvo toda centrada en “observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (Rb 1,1). Para prepararse a recibir al Señor, se tomaba largos momentos que amaba llamar “cuaresma”, tiempos dedicados a la oración y al ayuno. En este monte Alverna, en septiembre de 1224, el Santo se retiró para uno de esto tiempos de silencio y soledad, de oración más intensa durante el cual recibió los estigmas. Aquí encontramos un hermoso ícono del desierto, tanto exterior (a nuestro alrededor) como interior (dentro de nosotros).
  2. Lugar de la Cruz / Pasión. San Buenaventura define a Francisco como “hombre evangélico” (LM 13, 1), que abrazó la Cruz de Cristo en los inicios de su conversión. A partir de ese momento, siempre llevará la Cruz y la Pasión del Señor mediante “una vida santísima digna de toda alabanza para ejemplo de los demás”, alcanzando así “la perfección evangélica” (LM 13,10).
  3. Lugar de la alegría de los bienaventurados. Celano describe la experiencia de Francisco en el momento de la aparición, diciendo que: “el bienaventurado siervo del Altísimo permanecía absorto en admiración viendo estas cosas, pero sin llegar a descifrar el significado. Se sentía envuelto en la mirada benigna y benévola de aquel serafín de inestimable belleza; esto le producía un gozo inmenso y una alegría fogosa” (1Cel 94). Aquí están los regalos recibidos: alegría, gozo, belleza y dulzura. El salmo responsorial (Sal 15/16) nos ayuda a meditar en esta experiencia de Francisco.
Para el texto completo en italiano: ofm.org [gallery type="rectangular" link="file" ids="21474,21475,21476,21477,21478,21479,21480,21481,21482,21483,21484,21485,21486"]
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Cartas y homilías
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