El 13 de marzo hemos conmemorado los diez años de Pontificado del Papa Francisco. Junto con la oración y los buenos deseos que la Orden también quiso hacer llegar al Santo Padre, este aniversario es una oportunidad para captar su mensaje para nosotros los Hermanos Menores.
No resulta indiferente la elección del nombre, que resuena como una memoria y profecía de la experiencia cristiana de San Francisco, llevando en sí una carga evangélica de novedad continua.
El Evangelio en su pura evidencia está en el corazón del anuncio cristiano del Papa Francisco. Este contacto inmediato con la palabra evangélica recuerda el sine glossa y nos remite al corazón de nuestra vida de hermanos menores, como el Centenario de la Regla nos ayuda este año a recordar y revivir.
Nos sorprendió desde el principio el lenguaje inmediatamente comprensible del Papa Francisco. ¿Cómo no pensar en el lenguaje de San Francisco, siempre acompañado de gestos, acentos poéticos y cantos? El juglar de Dios supo así llegar a los corazones y moverlos a un cambio de vida.
El vínculo con la vida y la historia real, en la que los pobres y excluidos son los protagonistas privilegiados, con la casa común y la paz, son puntos vitales para el Papa Francisco. San Francisco pasó de hacer algo por los pobres a vivir con los pobres, como signo del amor humilde de Dios.
Aquí nos encontramos en plena sintonía y provocados por el pensamiento del Papa, a quien renovamos nuestra promesa de obediencia y reverencia, junto con la oración constante por él.
El 18 de marzo encontré en Madrid a las Hermanas Clarisas de España y Portugal, Presidentas de Federaciones y otras Hermanas, junto con los Asistentes. El tema fue el camino de revisión de las Constituciones, que está en marcha. Fue una oportunidad para motivar el camino y compartir en particular la génesis y las razones del proceso de revisión, las motivaciones carismáticas de la asociación de un monasterio a la Primera Orden, y los aspectos de nuestra espiritualidad franciscana-clariana a fortalecer en contacto con la Iglesia y el mundo de hoy.
Expresar el cuidado amoroso y la especial solicitud por las hermanas, que san Francisco prometió a Clara y a sus hermanas, es un don y un compromiso, siempre actual, vivido también en este encuentro.
