La Comisión Internacional para la Protección OFM se reunió del 5 al 7 de marzo de 2025 en la Universidad Antonianum, esta ha sido la primera vez que nos reunimos en este lugar. Dos de nuestros miembros no pudieron estar presentes con nosotros, así que fuimos nueve en total. Dependiendo de los vuelos, con llegadas procedentes de Estados Unidos, Irlanda, Singapur y Zimbabue, nos reunimos entre el domingo y el martes. Como siempre, la Comisión tiene la gran suerte de contar entre sus miembros con dos mujeres, Anne Peach y Rojean Caharian, que aportan su rica experiencia a nuestros encuentros.
Somos muy conscientes de que la Protección de Menores y Adultos Vulnerables se ocupa más de la cultura de la Protección, que consiste en crear espacios seguros para el ministerio, que simplemente en prevenir los abusos sexuales. Desde la perspectiva de la Comisión, es una expresión del carisma franciscano de respetar y apreciar la dignidad compartida de toda criatura de Dios. Dado que la realidad del abuso se da de muchas formas además del abuso sexual, durante este encuentro nos preocupamos por abordar el abuso espiritual y su prevención. Durante nuestra visita a la Penitenciaría de la Basílica de Letrán, la conversación se amplió para incluir la experiencia del comportamiento abusivo entre cohermanos y en el trato a las religiosas en algunas congregaciones. Un punto culminante de nuestra reunión fue la visita a la Villa Malta, donde los miembros se reunieron con el P. Hans Zollner, SJ, quien en el transcurso de sus observaciones elogió el compromiso mostrado por los Hermanos Menores en los últimos años en la importante área de la Protección.
Al momento de evaluar el encuentro, los miembros fuimos conscientes de la bendición de haber sido hospedados en el Antonianum, ya que fuimos testigos de la fraternidad vivida por un gran número de frailes de muchas partes del mundo y de muchas culturas diferentes que nos han recibido.
Esperamos que ellos, a su vez, puedan ser testigos de la seriedad de nuestro compromiso de ayudar a cada fraile a vivir de una cultura de Protección que exprese el gran don que Dios le ha concedido en su vocación a esta forma de vida evangélica.