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Mensaje para el mes de Ramadán 2019

05 Mayo 2019
A nuestros hermanos y hermanas musulmanes en todo el mundo: ¡As-salaamu ‘alaykum! ¡La paz sea con ustedes! En nombre de la Comisión Especial para el Diálogo con el Islam de la Orden de los Hermanos Menores, una vez más, me complace mucho saludarles al comienzo del Ramadán. Este es un tiempo sagrado para ustedes que conmemoran y celebran la revelación que Dios hizo del Corán como dirección para los hombres (cfr. Al-Báqarah 2.185). Es un tiempo de grandes contrastes: el riguroso ayuno del día y el generoso festín (iftar) nocturno, en el que los platillos y postres cuidadosamente preparados contrastan con la armonía de las fechas y la pureza del agua con la que se rompe el ayuno diario; cuando miles de creyentes se reúnen para orar en las mezquitas, y cada individuo ora en el silencio de sus corazones “Se os ha prescrito el ayuno. Quizás, así, temáis(taqwā) a Dios” (Al-Báqarah 2.183).  Es un tiempo especial que se pasa con la familia y los amigos, y un tiempo en el que incluso los extraños o desconocidos son bienvenidos a la mesa; y es particularmente durante este mes de ayuno islámico por excelencia que los musulmanes dan la bienvenida a personas de todas las creencias para compartir el iftaral final del día. Este año, en los meses anteriores al Ramadán, los musulmanes han mostrado una hospitalidad extraordinaria y generosa a Su Santidad, el papa Francisco, durante sus visitas a los Emiratos Árabes Unidos en el mes de febrero y al Reino de Marruecos en el mes de marzo, como en sus visitas anteriores a la Tierra Santa, Turquía, República Centroafricana y Egipto entre otros países. En estas visitas, el papa Francisco ha hablado a menudo de su deseo de seguir el ejemplo de san Francisco de Asís, quien con un “mensaje de paz y fraternidad” viajó a Egipto en 1219, donde fue recibido calurosamente por el sultán al-Malik al-Kamil. Al igual que el caso de san Francisco y el Sultán, estas visitas le brindaron al Papa Francisco y a los líderes musulmanes la oportunidad de demostrar indistintamente la fraternidad que Dios desea para los cristianos y los musulmanes como “descendientes del mismo padre, Abraham” (Audiencia general, 3 de abril de 2019). De hecho, como nos recordó Su Majestad Muhammad VI, rey de Marruecos, durante la reciente visita del Papa, que la fraternidad compartida por cristianos y musulmanes se remonta a la temprana era islámica. Varios años antes de la Hégira, cuando los musulmanes experimentaban persecución en La Meca, el Profeta Muhammad ((PBUH) los envió a buscar refugio con Negus, el rey cristiano de Abisinia, el cual les dio su protección. Trágicamente, en el mundo de hoy, tanto los musulmanes como los cristianos todavía se ven obligados a huir de sus hogares debido a persecuciones, guerras e injusticias. Incluso aquellos que han huido de los campos de guerra no están del todo seguros, como se ha visto de manera dramática en los recientes eventos en Christchurch, en Nueva Zelanda y Sri Lanka. En sus recientes visitas a los Emiratos y Marruecos, el papa Francisco ha seguido hablando en nombre de los migrantes y de los más vulnerables del mundo. En Marruecos exhortó a la comunidad cristiana a “seguir cerca de los pequeños y de los pobres, de los que son rechazados, abandonados e ignorados, los prisioneros y los migrantes”, citando las obras de caridad como “un camino de diálogo y cooperación con nuestros hermanos y hermanas musulmanes, y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad” (Rabat, 31 de marzo de 2019). La preocupación por los pobres, los necesitados y los migrantes es, por supuesto, fundamental para el Islam, como se expresa tan enfáticamente en el Corán:
La piedad no estriba en que volváis vuestro rostro hacia el Oriente o hacia el Occidente, sino en creer en Dios y en el último Día, en los ángeles, en la Escritura y en los profetas, en dar de la hacienda, por mucho amor que se le tenga, a los parientes, huérfanos, necesitados, viajero, mendigos y esclavos…,(Al-Báqarah 2.177)
Son los mismos valores que los musulmanes y los cristianos comparten, así como sus preocupaciones comunes, en el significativo documento firmado por el gran imán de al-Azhar, Ahmad al-Tayyeb y el papa Francisco en Abu Dhabi, en el mes de febrero. En este texto histórico titulado Documento sobre la “Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común”, los fieles, tanto musulmanes como cristianos, son tratados como “creyentes” y son exhortados por igual a proteger la creación y apoyar a todas las personas, especialmente a los pobres, indigentes, marginados y más necesitados, incluidos huérfanos, viudas, refugiados, exiliados y víctimas de guerras y torturas, sin distinción. Aunque reconociendo los problemas y desafíos que enfrentan los musulmanes y los cristianos en el mundo (político, económico, tecnológico y ambiental), este documento, resultado de la fraternidad musulmán-cristiana, puede ayudar a avanzar significativamente el diálogo “entre creyentes y no creyentes, y entre todas las personas de buena voluntad”. Una de las imágenes más perdurables que tengo del Ramadán es el iftar, la comida tan esperada al final de un día de ayuno. Recuerdo con cariño las invitaciones para romper el ayuno, no solo de amigos, sino también de desconocidos, policías de guardia y comerciantes del Cairo. En todo el mundo, frailes, hermanas y laicos franciscanos de todas las religiones son alimentados generosamente en la mesa de mezquitas y de hogares musulmanes. La mesa iftarse convierte así en un símbolo de la reunión de los “creyentes”. La ciudad de Jerusalén también sirve como un lugar donde se reúnen los creyentes, los hijos de Abraham, musulmanes, cristianos y judíos, cada uno con su devoción y fervor. Con este fin, mientras estaba en Marruecos, el papa Francisco firmó una apelación con Su Majestad Muhammad VI para proteger y promover la ciudad de Jerusalén (al-Quds) como:
patrimonio común de la humanidad y, sobre todo, para los fieles de las tres religiones monoteístas, como lugar de encuentro y símbolo de convivencia pacífica, en el que se cultivan el respeto mutuo y el diálogo. (Rabat, 30 marzo 2019).
Los encuentros entre los diferentes representantes de las comunidades y los países musulmanes con el papa Francisco ejemplifican la fraternidad profundamente sentida que musulmanes y cristianos pueden experimentar a pesar de las diferencias que nos han definido durante demasiado tiempo. Durante este Ramadán, oramos por la seguridad de sus comunidades, y para que esta vez ofrezca un encuentro muy bendecido con Dios (swt) y un encuentro pacífico con todos los que puedan beneficiarse de su fe y fraternidad. Como el santo Corán nos recuerda:
Todos tienen una dirección adonde volverse. ¡Rivalizad en buenas obras! Dondequiera que os encontréis, Dios os juntará. Dios es omnipotente.(Al-Báqarah 2.148).
  ¡Les deseamos un bendecido Ramadán! Ramadan Mubarak! Ramadan Kareem!   Fr. Michael D. Calabria, OFM, Asistente Especial para el Diálogo con el Islam   Miembros de la Comisión para el Diálogo con el Islam: Fr. Manuel Corullón, OFM Fr. Ferdinand Mercado, OFM Fr. Jamil Albert, OFM
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Cartas y homilías
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