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Ministro General: La guerra es una palabra para nuestra conversión

02 Mayo 2022
Del 10 al 16 de abril de 2022, el Ministro general, Fr. Massimo Fusarelli, acompañado por Fr. Francesco Piloni, Provincial de Asís, realizó una visita a Rumanía, Ucrania y Polonia. Después esta visita, compartió su peregrinación con la Oficina de Comunicación de la Orden.   Ministro, ¿Dónde comenzó tu viaje? Llegamos el Domingo de Ramos a Rumanía, a Suceava, en la frontera con Ucrania. Teníamos que esperar hasta el día siguiente para entrar, así que aprovechamos para saludar a los frailes de Transilvania, visitar un santuario mariano y para estar con el Provincial y los frailes de la fraternidad. Luego, finalmente, entramos en Ucrania. Cruzar la frontera entre Rumanía y Ucrania fue como un espejo, porque nos mostró un flujo diario de personas: hay refugiados que regresan a Ucrania (sobre todo mujeres, niños, ancianos) y personas que abandonan el país. Entre Polonia y Ucrania, hasta la semana pasada, entre 25 y 30 mil personas al día realizaban este traslado. Eso es mucho y también nos muestra una de las consecuencias de la guerra: este desplazamiento de personas. Vimos a gente salir del país con pocas maletas, pocas posesiones. Muy triste, pero realmente nos llegó al corazón. También pudimos hablar con algunos de ellos. El 11 de abril, en la frontera con Ucrania, nos reunimos con otros representantes de una peregrinación interreligiosa, cuyo momento central sería el encuentro del día siguiente.   ¿La participación en esta peregrinación interreligiosa fue uno de los motivos importantes de tu viaje? Sí, allí tuve la oportunidad de conocer a los diferentes participantes en esta peregrinación: el arzobispo emérito de Canterbury de los anglicanos, Rowan Williams, el Arzobispo metropolitano greco-ortodoxo del Patriarcado de Constantinopla en Inglaterra, también a un obispo ucraniano de la Iglesia ortodoxa de Kiev, así como representantes del mundo islámico (antiguo gran muftí de Bosnia), representantes del judaísmo, hindúes y budistas. Éramos doce en total y compartimos la preparación de la reunión del día siguiente. El 12 de abril, por la mañana, divididos en tres pequeños grupos, visitamos el centro de refugiados y un orfanato. Creo que esta fue la etapa más dolorosa y fuerte de mi peregrinaje. En este centro había 200 niños y jóvenes, de los cuales unos 80 eran huérfanos o abandonados porque sus padres habían sido dispersados por la guerra. Algunos de ellos sufrieron violencia psicológica y demás abusos. Confieso que lloré al salir. También le pedí al Señor: “Señor, ayúdame, Señor, manifiéstate. Date a conocer, porque el sufrimiento de los niños es terrible”. Pero debo decir que, junto a este sufrimiento, aparte de los adolescentes aburridos que se ven en otros centros de refugiados, encontré la alegría y la celebración de los niños. Una característica del viaje visitando a los refugiados fue siempre ésta: dolor y esperanza, llanto y risa juntos. Verdaderamente me hizo pensar que esto es la Pascua: la muerte y la vida. Por la tarde tuvo lugar el encuentro interreligioso, punto central de la peregrinación, que fue muy intenso. El teatro estaba lleno de gente: era el primer acto público desde el comienzo de la guerra en Ucrania. Así que también fue importante y un hermoso momento para compartir.   En la carta del Santo Padre, leída el 12 de abril en Černivci, el Papa escribe: “El sufrimiento causado a tantas personas débiles e indefensas; las numerosas masacres de civiles y de jóvenes víctimas inocentes; la huida desesperada de mujeres y niños... Todo ello sacude nuestras conciencias y nos obliga a no callar, a no permanecer indiferentes ante la violencia de Caín y el grito de Abel, sino a levantar con fuerza la voz para pedir, en nombre de Dios, el fin de tan abominables acciones”. ¿Has hablado de San Francisco de Asís durante la oración? ¿Cómo podemos alzar hoy la voz? El Papa levanta la voz. Habla mucho contra la guerra, como ningún otro líder. Sin embargo, para algunos esto no es suficiente, porque les gustaría que el Papa tomase una postura. El hecho de levantar la voz no es sólo señalar un culpable, es denunciar la iniquidad de la guerra, no permanecer neutral, decir que la guerra de hoy puede degenerar en un conflicto nuclear. Ninguna guerra puede llamarse justa, aunque el hombre tenga derecho a la autodefensa. Levantar la voz me parece que es hacer esto, lo que hace el Papa. Al ir allí, yo también quería decir a los frailes y a todos los cristianos que estamos ahí, que no somos indiferentes a lo que ocurre. Entonces, ¿Levantar la voz a nivel político internacional significa adoptar una postura más clara? Definitivamente. Esto significa plantear la pregunta ¿realmente se quiere terminar esta guerra? Dado que muchas personas en Ucrania se hacen esta pregunta. O bien, ¿esta situación finalmente beneficia a algunas personas? Aquí entramos en temas muy delicados y sensibles.   ¿Cómo están los Hermanos Menores en las comunidades que has visitado y cómo afrontan esta situación? Conocí a los frailes en diferentes casas. En cada uno de los conventos conocí también a refugiados: personas que habían huido del este del país. Debo decir que cinco días después de mi viaje, cayeron bombas en Leopoli, por donde habíamos pasado, y murieron 7 civiles. Por lo tanto, sabemos hoy que ninguna zona es segura en Ucrania, porque la guerra afecta de repente a todo el mundo. En el Oeste del país tuve la reunión más significativa con la gente de nuestras iglesias y con los administradores locales. Vi tanta solidaridad, tanta implicación y esto me dio mucha esperanza. Hasta la fecha, ninguno de nuestros frailes se ha visto afectado físicamente y tampoco los conventos. Los frailes están con la gente: es su vocación lo que realmente viven. Ciertamente, durante mi visita, también vi las heridas de los frailes, la tensión, el miedo. Tienen a sus familias y a sus seres queridos bajo el bombardeo. Sienten, como todo el mundo, una sensación de inseguridad, por lo que también necesitan apoyo. Se alegraron de mi visita, porque les sacó de una sensación de opresión, de cierre. De los hermanos de la Orden reciben no sólo solidaridad material, sino también cercanía a través de una llamada telefónica, un correo electrónico. Esto les hace sentirse parte de una familia más grande y eso es muy importante.    ¿Qué necesitan las personas que conociste? Por el momento los frailes están recibiendo, gracias a Dios, lo que necesitan para el pueblo. Aunque está llegando mucha ayuda de muchas partes del mundo, el dinero que se está recaudando será muy útil cuando la guerra llegue a su fin. Será necesario reconstruir y ayudar a la gente a volver a sus hogares. Muchas personas en Europa, en Italia, Alemania y Polonia, están ayudando con generosidad. He visto los almacenes con alimentos, medicinas, objetos para los ancianos, los enfermos y los niños.   Ministro, ¿Qué mensaje dejaría a los hermanos y al mundo después de tu peregrinación? El mensaje es lo que dijo el Papa: no nos quedemos indiferentes. Nos acostumbramos a la guerra. Creemos que una guerra así es una herida para todos. Hay un agresor y hay un agredido. Pero sabemos que llevamos dentro la semilla de la violencia que puede explotar en cualquier momento. Así que debemos tener mucho cuidado con esto. Queremos la paz, no alimentemos esta guerra. Estar a favor o en contra de alguien no era nuestra vocación, especialmente como hermanos, como cristianos.  Y trabajamos por la reconciliación, la paz. Debemos ayudar a la gente a superar las heridas de esta guerra.   ¿Qué significa hablar de paz hoy en día? Algo ha cambiado profundamente: Europa y el mundo entero ya no son lo que eran antes de la guerra. Estábamos en una ilusión, en una paz un tanto artificial. Hoy vemos que la paz es muy frágil y que es necesario un mayor compromiso para salvaguardarla y promoverla. Como creyente, como cristiano, diría: ¿qué quiere la Providencia de Dios que veamos a través de esta guerra? Lo veo como una gran llamada a la conversión; una gran llamada a redescubrir la fe y una profunda comprensión del corazón de la vida. Creo que el Papa, al pedirnos que nos consagremos a la Virgen María, ha querido indicar esta clave de interpretación. La guerra es una palabra para nuestra conversión. Yo, personalmente, he sentido mucho este aspecto en esta peregrinación. Los frailes me invitaron a ir a la parte oriental de Ucrania. Tan pronto como sea posible iré a continuar este viaje, esta peregrinación.
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