Del 28 Del 28 de abril al 2 de mayo se llevó a cabo en la casa de Fraterna Domus en Sacrofano (Roma) el encuentro mundial “Párrocos para el Sínodo”, en el cual participaron al rededor de 200 personas de todo el mundo. Entrevistamos Fr. Pierre Duchame, de la Provincia del Espíritu Santo, Canadá.
¿Cómo se desarrolló el encuentro?
El encuentro tuvo su origen en la llamada hecha por el Informe de síntesis de la Asamblea sinodal del pasado mes de octubre, el cual pedía que se escuchara la voz de los párrocos de este tiempo entre las dos Asambleas sinodales en curso. De esta manera la Secretaría General del Sínodo, junto con el Dicasterio vaticano para el Clero, organizó un evento para sacerdotes de todo el mundo. Se pidió a cada conferencia episcopal que eligiera a un determinado número de sacerdotes para participar. Fui enviado, junto con dos sacerdotes diocesanos de Canadá, como parte de la representación canadiense. Y yo era el único párroco franciscano presente en este encuentro.
La metodología del encuentro se basó en el modelo de “Conversaciones en el Espíritu” del Sínodo sobre la Sinodalidad. Nos dividimos en grupos de once personas más un moderador. Yo fui parte de un grupo francófono, aunque mi lengua materna es el inglés.
Al inicio, escuchamos las presentaciones teológicas sobre la sinodalidad en sí misma, y luego debatimos. Compartimos nuestra comprensión de la sinodalidad, nuestra experiencia en el apoyo a una diversidad de carismas, vocaciones y ministerios, y luego cómo vemos que la sinodalidad apoya las estructuras de las iglesias locales. Mientras tanto, los “expertos” del Sínodo nos animaron a profundizar en nuestras reflexiones.
¿Cuáles fueron tus impresiones?
Creo que estuvo bien. Al final del encuentro, el cardenal Grech señaló que hemos visto cómo la sinodalidad toca la carne. Puede sonar extraño, pero todos sabíamos lo que quería decir. El encuentro, bastante fraterno, no terminó sin emociones sinceras. No terminó sin que nos diéramos cuenta de que, aunque todos compartimos la misma fe, no todos compartimos las mismas sensibilidades. Una Iglesia sinodal es honesta sobre la tensión que existe dentro de ella, y comienza a sanar a partir de ahí.
¿Qué opina del trabajo sinodal que está llevando a cabo la Iglesia universal?
Después de esta experiencia, estoy más convencido que nunca de que la noción de Conversaciones Espirituales y la metodología sinodal de “Conversaciones en el Espíritu” son el camino a seguir. Hay mucho potencial sin explotar a punto de hacerse realidad. En un futuro no muy lejano, veo que las iglesias locales y, obviamente, las comunidades religiosas, seguirán “empujando hasta el lmite”, como decimos en inglés, hacia formas nuevas y creativas de reunir a la gente para el discernimiento. La sinodalidad no es decidir, sino discernir. Por lo tanto, para asegurarnos de que nuestras decisiones son tomadas por el Espíritu, debemos permanecer en el camino con Jesús. Consideramos que en el camino a Emaús Jesús no se detuvo a dar consejos. Sólo hacía preguntas. Y entonces, su salvación se reveló en la fracción del pan. Hay mucho que aprender de esta experiencia.
Recuerdo que inmediatamente después del encuentro me entrevisté con nuestro Ministro general Massimo Fusarelli. Hablamos sobre el proceso sinodal que se está llevando a cabo en la Orden, y nos recordó que lo más importante es la presencia de los laicos en nuestro discernimiento franciscano. Este es un ejemplo de la naturaleza contagiosa del discernimiento sinodal. Lleva a formas creativas de hacerlo realidad. Algunos años atrás hubiese sido inimaginable que los laicos fueran invitados a un Capítulo OFM. Ahora pedimos que se invite a los laicos. Lo considero un paso muy positivo en la dirección del Evangelio.
¿Cuáles son los elementos franciscanos que, en tu opinión, pueden ayudar al camino de la Iglesia hacia el futuro?
El Padre Thomas Halik, teólogo de la República Checa, describió la sinodalidad como humildad. Para mí, la oración de San Francisco es la que mejor describe la disposición sinodal. Porque ser sinodal es tener una actitud receptiva. Dice: estoy dispuesto a aprender, estoy dispuesto a cambiar, estoy dispuesto a escuchar y a seguir.
Los franciscanos procedemos de una tradición sinodal. San Francisco y nuestra Orden se inspiraron en los Hechos de los Apóstoles, que son los textos que modelan la sinodalidad para la Iglesia universal. En Hechos 4, cuando vemos a la gente confiando todos sus bienes a la Iglesia para la misión compartida de los discípulos, me pregunto si alguna vez podrá volver a haber tanta confianza en los obispos. Nosotros, como Hermanos Menores, confiamos nuestras vidas a la Orden y a Dios. Confiamos en que la Orden, y Dios, nos permitirán vivir sin preocupaciones, sine proprio, porque nos atrevemos a confiar. Esta es la sinodalidad. Una eclesiología franciscana también refleja las descripciones de San Pablo de una comunidad inclusiva, diversa y carismática. Esta es la Iglesia sinodal. Esta es también la Orden Franciscana. Celebramos nuestra diversidad en la unidad, y siempre lo hemos hecho. La Iglesia puede aprender esto de nosotros, pero también de nuestra tradición de tomar decisiones como comunidad. Una vez más, la sinodalidad tiene que ver más con quién discierne que con quién decide, y de este modo los franciscanos también podemos madurar. La inclusión, la diversidad y el don son cosas que ya apreciamos.
Por último, quisiera añadir que todo esto se basa, para mí, en la opción preferencial por los pobres. Los pobres tienen muchas formas, pero son siempre esas voces más tenues (que a veces son gritos de dolor) las que queremos escuchar. Esta idea es muy franciscana, e incluso diría que el Sínodo necesita apoyarse en ella mucho más de lo que ya lo hace.
¿Participaste a la audiencia con el Papa?
El encuentro con el Papa bastante esperado: apenas pude dormir la noche anterior. Al final, me di cuenta de que no es más que un discípulo de Jesús, como yo. Pero es muy bueno.
El Papa Francisco habló como un buen pastor. Habló de la guerra, de la mundanidad y del mal de los chismes. Habló de comunidades parroquiales, de crear espacios para los marginados, para los divorciados vueltos a casar, para los homosexuales. En cierto modo, habló de cosas de las que muchos sacerdotes no se atreven a hablar. Al final, el Papa Francisco nos encomendó a todos ser Misioneros de la Sinodalidad. Fuimos enviados parra llevar a casa nuestra experiencia y compartirla con los demás. Y luego fue conducido a la sala para ser saludado por cada uno de nosotros: la conclusión perfecta de una experiencia sinodal.