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Santa Beatriz y el discernimiento - Carta del Ministro general

16 Agosto 2018
La vida está llena de decisiones, vivir es elegir. El discernimiento es algo inherente a la condición humana. Suele ir acompañado de un compendio de atributos como son: resolver, interpretar, decidir, reconocer, comprender, determinar. En el centro está la idea de que uno puede ser cualquier cosa que quiera ser, pero el discernimiento comienza en la fe y esto nos lleva a incluir a Dios en el proceso de toma de decisión, llevándonos a la profundidad de intuir el sueño de Dios para nosotros.  

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  Dios preserva nuestra libertad

Había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía. (Jer 20,9)

Estar conscientes de nuestros dones y debilidades personales nos puede ayudar considerablemente a discernir sobre nuestro camino a seguir. En este sentido también es importante escuchar a nuestros corazones, estar atentos a las relaciones y actividades que nos dan más paz y alegría. Éstos pueden ser los indicios del Espíritu Santo mostrándonos formas creativas de responder a la llamada de Dios, que aún queriendo lo mejor para nosotros nos deja libertad y respeta las elecciones que hacemos. Para conocer la voluntad de Dios también las cosas concretas de la vida nos encaminan a ello, aunque tienen siempre el punto de partida de la experiencia y conocimiento de Jesucristo. Al encontrar la Palabra de Dios en las escrituras, recibimos la luz que "ilumina a todos" (Juan 1:9). Su vida inspira, motiva y dirige la nuestra y al recibirle en los sacramentos recibimos la gracia que nos dará el poder para seguir nuestra vocación.   El discernimiento ayuda a intuir la vocación Llega un momento en el proceso de explorar quiénes somos y qué queremos hacer con nuestras vidas en que debemos arriesgarnos e intentar algo. Dios nos ayuda a intuir la manera en cómo hemos de involucrarnos con la comunidad de la fe. Santa Beatriz realizó este camino. Ella se situó en la vida como una mujer en discernimiento. Partió  de  su tierra natal  lusitana, hacia  España,  como dama  de  la Reina  Isabel  de Portugal que  se  casaría con  Juan  II, lo  que  le abría  a  un montón  de posibilidades  humanas. Beatriz no se limitó a servir con primor a la Reina sino  que  descu-brió,  en ello,  la  forma de  compromiso  que le  permitió abrir los ojos a otra realidad, ocupando su corazón en otras sensibilidades, que le ponían  en sintonía con  el alborear religioso de la sociedad del momento. Supo percibir, en una situación comprometida por los celos de la Reina, la firmeza de una fidelidad por  encima de  todos  los absurdos. Descubrió,  en el  corazón  de  los  acontecimientos,  el paso  liberador  de un Dios  comprometido  en la  plenitud  del ser  para  cada criatura.   Reflexión sobre la andadura a recorrer El  discernimiento  es la  habilidad  de ver  claramente  cuáles son  esas fuerzas  que permiten  ser  capaz de  identificar,  ponderar y  finalmente escoger  el camino  más  alineado con  los  deseos de  Dios.  Toma en consideración  la  riqueza y  complejidad  de la  vida  de una  persona  y, más importante  aún,  asume que  Dios  está activo  en  el proceso  de  toma de decisiones. Esto lo  refleja Beatriz,  al  dejar la  corte  y  dirigirse  a Santo  Domingo  el Real. Allí  se presentó  como una  mujer  de  clarividencias.  Se sintió impulsada  a  dedicar su  vida,  por entero,  a  una determinada  vida evangélica.  Su escucha  atenta  al Dios  que  propone, su  docilidad  al Espíritu y  su  sentir con  el  pueblo el  deseo  de una  experiencia  espiritual anclada  en la  Concepción  Inmaculada de  María  la llevaron  a  madurar la idea  de  fundar   la Orden.   Decisión madurada a la luz del Espíritu Beatriz descubrió, a través de María, el valor de la consagración  total a  Dios. Se  reservó en  exclusivo  para Él  y  decidió vivir en  ocultamiento  voluntario, para  dar  respuesta a  una  llamada conscientemente aceptada y que le permitía vivir, en María  Inmaculada ,la  revelación de  quién  es Dios  y  cómo actúa  en  la historia  concreta  de  la humanidad, en y desde lo pobre  y  humilde de  la  tierra. Permaneciendo atenta en la escucha de la Palabra, dejándose trasformar por ella, como María, entendió que ésto lo tenía que desarrollar en clave de Fiat, del ‘Hágase en mí’; actitud que adoptó desde la búsqueda de la voluntad de Dios como tarea, adentrándose en la espiritualidad del abandono, la escucha y la confianza Esta    inspiración, fue trasvasada por Beatriz a sus compañeras que,  junto con ella, iban configurando la forma de vida que fuese  cimiento para las normas canónicas en que la Iglesia la asentase la Orden de la Inmaculada Concepción.   Roma, 6 de agosto de 2018 Fiesta de la Transfiguración del Señor  

Fr. Michael Anthony Perry, OFM Ministro general

    Prot. 108440  
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Cartas y homilías
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