Inés, la hija del rey de Bohemia, nació en el año de 1211 en Praga. Cuando era joven rechazo a muchos pretendientes y rehusó aceptar varios matrimonios concertados, planificados meramente por cálculos políticos y beneficios dinásticos
En el año de 1231, el papa Gregorio IX, a quien había solicitado su protección, reconoció el propósito de virginidad expresado por Inés, que pudo así consagrarse a Dios.
Fue gracias a la predicación de los Hermanos Menores que llegaron a Praga que ella conoció la figura de Clara de Asís y así decidió seguir su ejemplo. Con sus propios bienes, fundó el hospital de San Francisco, la Orden de los Canónigos de la Santa Cruz de la Estrella Roja, el monasterio de San Francisco par las “Hermanas Pobres o Damianitas”, dónde ella misma ingresó el 11 de junio de 1234, día de Pentecostés.
También hizo construir con sus propios bienes un convento para los Hermanos Menores y un monasterio para las monjas de la Orden de Santa Clara.
Se mantuvo fiel a sus votos de castidad, pobreza y obediencia hasta el final. Profesó y vivió los valores evangélicos en todas sus actividades, viviendo la virginidad como elemento fundamental de su espiritualidad y la consagración esponsal a Cristo; destinó todos sus bienes a los pobres.
Estableció una relación son Santa Clara por correspondencia y juntas trabajaron para obtener la aprobación de una nueva Regla, que recibió y profesó con absoluta fidelidad. Recibió el oficio de Abadesa, que conservó hasta su muerte, acaecida en su monasterio el 2 de marzo de 1282.
A ella se le atribuyeron numerosos milagros, lo que origino que se le rindiera culto rápidamente. Las diversas fuentes biográficas coinciden en describir sus virtudes y el ardor de su caridad hacia Dios y el prójimo, su fervor hacia la Eucaristía y el Crucifijo, y su devoción filial a Nuestra Señora, contemplada en el misterio de la Anunciación.
Cultivó siempre un profundo amor por su patria, a la que benefició con obras de caridad de forma individual y social, así como con la sabiduría de sus consejos siempre encaminados a evitar conflictos de todo tipo y a promover la fidelidad a la religión católica de sus padres.
El Papa Pío IX la proclamó Beata el 28 de noviembre de 1874; Juan Pablo II la canonizó el 12 de noviembre de 1989.
