Roma, 5 de enero de 2023. Hoy se ha celebrado la misa funeral por el Sumo Pontífice Emérito Benedicto XVI.
Fr. Massimo Fusarelli, Ministro general de la Orden de Hermanos Menores, uniéndose al dolor por la pérdida del Papa emérito, quiso recordar su cercanía a los lugares franciscanos y a la teología franciscana, especialmente a través de sus investigaciones sobre San Buenaventura de Bagnoregio, Doctor Seráfico.
“Joseph Ratzinger, cuando era joven, profundizó en la teología de la historia de San Buenaventura, a través de una nueva lectura”, dijo Fr. Massimo. “Queremos recordarlo brevemente en el día en que nos despedimos de él, encomendándolo a la misericordia del Padre y recogiendo su legado también como franciscanos.
San Buenaventura enfatiza “el carácter histórico de las afirmaciones bíblicas”. De hecho, la vida de la Iglesia es como “una semilla que crece en el tiempo” (Conferenze sull’opera dei sei giorni della creazione). Del mismo modo, la Sagrada Escritura es vista como la tierra que produce retoños (cf. Gen 1,11) de manera múltiple en la medida en que produce en el alma “un rebosar de vida” (Coll. XIV, 1).
“Desde un punto de vista objetivo, la Escritura verdaderamente se cumple, sin embargo, su sentido se encuentra en un desarrollo continuo a lo largo de la historia que aún no ha terminado” (J. Ratzinger, San Bonaventura, p. 29). Hoy somos capaces de explicar muchas cosas que los Padres aún no eran capaces de expresar, pues lo que para ellos estaba aún en la oscuridad del futuro para nosotros representa un pasado ya accesible.
Por lo tanto, a partir de las Escrituras siempre se desarrollan nuevos conocimientos. En ella sigue ocurriendo algo; y este suceso, esta historia continuará mientras haya una historia. En la Sagrada Escritura se descubren nuevos significados, las “multiformes teorías”, que son como gotas en el océano infinito. En la Sagrada Escritura está contenido el futuro que sólo puede interpretarse si se conoce el pasado. Estas “teorías multiformes”, significados ilimitados, son como las semillas en la fruta. ¿Y quién puede conocerlas todas, puesto que una sola semilla da lugar a bosques que, a su vez, producen infinitas semillas? Lo mismo ocurre con las “semillas del sentido” de la Sagrada Escritura que, “con el paso del tiempo, se ven envueltas en un proceso constante de crecimiento” (ibid.).
Aun así, muchas cosas siguen sin aclararse. “Esto representa para el teólogo, el intérprete de la Escritura, una toma de conciencia importante: le muestra que en su interpretación no puede prescindir de la historia, ni de la del pasado ni de la del futuro. De este modo, la interpretación de la Escritura se convierte en una teología de la historia, una iluminación del pasado como profecía del futuro” (ibid., p. 30).
Aprehendamos esta lección, siempre actual, que nos ayuda también a profundizar en nuestro carisma franciscano.
¡Gracias, Joseph-Benedicto!
