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En opinión de… Fray Massimo

Septiembre 2024

28 Septiembre 2024

Del 5 al 8 de agosto de este año, pude visitar la Fundación San Antonio de Lisboa en Timor Oriental. Conocí una realidad viva, en crecimiento y capaz de ver hacia el futuro con esperanza. Los 23 hermanos, junto con 32 profesos temporales, 3 novicios y 6 postulantes, viven en siete presencias, algunas de ellas auténticamente misioneras.

Se trata de un pueblo que se reconoce casi totalmente en la fe católica, un pueblo sencillo y hospitalario. Me impresionó especialmente la bienvenida de la gente. Los rituales tradicionales no son sólo folclóricos, pues expresan la unidad entre la vida, la cultura y la fe. Este pueblo conserva su cultura, que es un factor de identidad y de arraigo en la tradición.

Los hermanos comparten esta cultura, que configura la vida y, por tanto, da también un rostro propio a la joven presencia franciscana, que comenzó en 1988. En ese año, tres hermanos de Indonesia pidieron ir como misioneros a Timor e inmediatamente eligieron un estilo de vida cercano a las culturas, la lengua que aprendieron y la mentalidad. Eligieron desde el principio un estilo pastoral de gran proximidad y escucha de la gente. Después de 36 años, pude constatar este profundo vínculo entre la gente y los hermanos. Las diversas presencias pastorales y educativas, un hermoso proyecto de eco pastoral, la presencia en la vida y la misión de la Iglesia local se caracterizan precisamente por este arraigo en la vida de la gente corriente.

Este pequeño país luchó duramente por su independencia, inicialmente de Portugal y después de Indonesia. Esta última guerra costó la vida a un tercio de sus habitantes y vi gente que aún lleva las marcas de las torturas sufridas. Un pequeño pueblo consciente de su identidad y orgulloso, con la voluntad de vivir libre y poder determinar su propio destino. Ciertamente, la guerra dejó profundas huellas y heridas en el pueblo, que sin embargo supo mirar hacia adelante y continuar su camino. El pasado, incluida la guerra, no es una condena que haya que repetir, sino un punto de partida. Esta me parece una lección muy importante y válida para tantos de nosotros en el mundo de hoy.

La sociedad de Timor también está experimentando rápidos cambios en la actualidad: se observan signos de crecimiento económico y de secularización gradual. La fe, muy vinculada a la devoción popular y a tradiciones más antiguas, tendrá que asumir esta realidad. Sin embargo, he visto a nuestros hermanos ser conscientes de ello. Por eso, sentí un gran consuelo al ver una realidad que crece, y no sólo en número. El futuro aquí es prometedor no sólo para ellos, sino también para la Orden y su misión en el mundo. Cuando una de nuestras fraternidades locales crece y florece, esto es algo bueno que repercute en todos los hermanos de distintas partes del mundo.

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Fr. Massimo Fusarelli En opinión de Fray Massimo
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