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En opinión de… Fray Massimo - Mayo de 2023

27 Mayo 2023

A principios del mes de mayo pude asistir al Capítulo de la Provincia de Malta, donde durante una semana se habló en maltés, inglés e italiano, pasando de una lengua a otra, incluso las preguntas eran en una y las respuestas en otra. Yo venía de Asia, donde el mosaico de lenguas es impresionante. Los hermanos y hermanas de nuestra familia casi siempre hablan una lengua europea distinta de su lengua materna y éstas también son diferentes. 

¿Qué mejor preparación para la fiesta de Pentecostés tenemos ante nosotros? me dije. La posibilidad que el Espíritu da a muchos de comprender el anuncio del Evangelio en su propia lengua está en el origen de la Iglesia y le recuerda que nunca está confinada a una sola lengua y a una sola cultura, sino que se puede hablar en tantas maneras diferentes. Sí, es cierto que el Logos griego permitió al anuncio cristiano entrar en las culturas de la época en la región del Mediterráneo, así como también es cierto que desde el principio se difundió en lenguas y culturas ajenas a la filosofía griega, como el armenio, el siríaco y el copto, por citar sólo algunas.

Estamos presentes en muchos contextos geográficos, en los cuales es necesario aprender lenguas distintas a la propia para disponer de un medio lingüístico común. Esto obliga a salir de la propia manera de pensar y de ver la realidad y abrirse a los demás, porque es necesario aprender varias lenguas. En la India los hermanos tienen que conocer varias lenguas para moverse por su vasto territorio.

Lo mismo ocurre en otras zonas de Asia al igual que en África y América Latina, entre las lenguas nativas y las europeas. Hay zonas geográficas en las que los hermanos están conscientes de que necesitan aprender otra lengua para no quedarse encerrados en un solo contexto, para poder estudiar en el extranjero y también para la misión inter gentes, que exige aprender otras lenguas. De este modo, se puede salir de la propia cultura y de su expresión, que nunca puede permanecer autosuficiente.

Hay ámbitos de la Orden en los que el aprendizaje de otras lenguas diferentes a la propia resulta más difícil y no en ocasiones no funciona. Esto exige un discernimiento serio y opciones concretas, ya desde la formación inicial.

En mi propia experiencia, a veces me arrepiento de no haber invertido más en aprender otras lenguas. Luego intento hablar como puedo y entrar en contacto con categorías de pensamiento y percepción de la realidad distintas de las mías. 

Seremos verdaderamente una fraternidad internacional en la medida que hagamos esta transición, confrontarnos con culturas y pensamientos diferentes, aceptando que la misma fe y vocación franciscana se exprese de maneras distintas. Y todavía queda mucho por hacer para que esto crezca y madure.

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